miércoles, 26 de septiembre de 2012

Dark Shadows

La oscuridad me llama para que permanezca a su lado. Mi fiel compañera, de encuentros confusos en noches sin sentido.
¿Se habrá dado cuenta de que ha empezado a emerger la luz? Querrá que sea sólo suya, que sólo ella inunde mi interior.
Pero, ¿qué hay de malo en dejar pasar un poco de luz? ¿Tan destructivo sería?

Sería tu perdición.

¿Por qué? 

Las tinieblas son tu manto. Deja que sigan siendo tu cuna. La luz es letargo.

¿Para siempre?

Para siempre.

De acuerdo.


martes, 18 de septiembre de 2012

You are perfect

Si un chico te dice que eres perfecta no le creas, pues la perfección no es más que un vano deseo incoherente e inexistente.
Pero si un chico te dice que eres perfecta para él, entonces asegúrate de no dejarle escapar, pues quiere decir que eres tú a quien quiere no a un vano deseo.


martes, 11 de septiembre de 2012

Microrrelato~Mi sonrisa de mazapan

Miro la televisión, tumbada en el sofá, mientras una de mis películas favoritas es retransmitida por el canal cosmopolitan. En la pantalla, Hugh Grant consigue sacarme una sonrisa como siempre hace en todas sus películas. Y en la siguiente escena, otra historia distinta, donde un niño de diez años bromea con su padre y le pide ayuda para conquistar a la chica de la que está enamorado.
Adoro este tipo de películas. Esas en las que se cuentan varias historias distintas pero que al final resultan estar todas relacionadas unas con otras de alguna forma.

Abrazo con fuerza un cojín, pegando las rodillas a mi pecho e intentando hacerme más pequeña, mientras observo con una sonrisa estúpida y los ojos llorosos una película que he visto como unas quince veces y que nunca me cansaré de ver; Love Actually. Desvío mis ojos durante unos segundos hacia el árbol de navidad, cuyas pequeñas lucecitas parecen burlarse de mí en un parpadeo incesante. Esta época del año es cuando más me gusta ver esta película, ya que ésta transcurre también durante esta festividad. Claro que también disfruto viéndola en cualquier momento del año.

Pero esta vez es diferente.

Las bolas de cristal reflejan los destellos parpadeantes de las luces, creando minúsculos arco-iris dentro de sus perfectas esferas. Una serie de estrellas plateadas se enroscan alrededor del mediano árbol, haciendo lucir mucho más elegante a su tosco color verde. Y un pequeño ángel corona su copa, con una minúscula arpa y unos diminutos ojos que parecen observarme y compadecerse de mí.

Aparto la vista del árbol y vuelvo a fijarla en la pantalla,  justo a tiempo de ver una de mis escenas favoritas. Mis ojos se vuelven a humedecer, presos de sentimientos que debería procurar abandonar. Esta noche es nochebuena y debo estar serena para cenar con mi familia. Aunque desearía con todo mi corazón vivir algo la mitad de encantador que lo que viven los personajes de la película. Aunque sé que eso es imposible... al menos desde hace una semana.

Me levanto del sofá y me dirijo a la cocina para tomar un poco de chocolate que mi madre me ha dejado preparado antes de irse a visitar a una de sus amigas. Me sirvo un poco del liquido caliente en una taza y me dirijo de nuevo al sofá, sintiendo como suaves lágrimas se deslizan por mi mejilla sin que pueda hacer nada por impedirlo. Mis dedos recogen las pequeñas gotas en un gesto mecánico ordenado por mi cerebro. Necesito estar tranquila.

Cruzo las piernas sobre el sofá y agarro la taza con ambas manos, intentando calentarlas con el calor que desprende la cerámica. Pero entonces suena el timbre.
¿Quién diablos puede ser? Me levanto, dejando la taza sobre la mesita negra del salón y voy hasta la puerta. Hago girar la llave hasta que escucho el suave click y la abro, bastante contrariada. Pero lo que encuentro al otro lado me roba todo el color de mis mejillas.

Nico está parado frente a mi puerta, con las manos dentro de los bolsillos de su sudadera blanca; una sudadera que yo misma he llevado puesta...
Parece algo azorado, con sus preciosos ojos marrones fijos en mi collar de luna y el cabello castaño algo despeinado. Adoraba verle así, con ese aspecto, con el pelo desaliñado y ropa cómoda, siempre que salíamos a tomar algo por calles tranquilas y poco transitadas, pues sabe que odio terriblemente verme envuelta entre demasiada gente. Pero claro, esas cosas las hacíamos hasta hace una semana... Hasta que yo decidí que era mejor acabar con aquello que teníamos, que no hacía más que torturarme la mayor parte del tiempo.

Sigue con la mirada puesta en mi collar. Parece sorprendido, aunque también contrariado. Puedo entenderle, puesto que me lo regaló él y no es muy normal que aún lo lleve alrededor de mi cuello si fui yo quien decidió acabar con lo nuestro. Pero él no lo entiende.

Sigo observando su rostro, un rostro que he echado terriblemente de menos pero que me he obligado a olvidar. Y ahora está aquí, en la puerta de mi casa, por nochebuena. Mirándome a los ojos con esos preciosos iris que tantas veces me habían maravillado.

Y entonces me doy cuenta de que me está mirando a mí. A mí y no al collar.

-¿Q-qué haces aquí?- las palabras se atropellan en mi boca, saliendo en forma de mi voz. Aunque juraría que mi voz es mucho más audible y segura...

-Verte.- dice, con expresión fría.

-Ya me doy cuenta... mi pregunta, realmente, es por qué.-suelto, luchando con todas mis fuerzas por no apartar la mirada de su cara inexpresiva.

-Tenía que asegurarme de que eres real.

No ha sido su comentario lo que ha reaccionado como una flecha directa a mi corazón, si no la frialdad con que lo ha dicho, totalmente ausente del más atisbo sentimiento amable. Pero me lo merezco.

-Bien, pues ya lo has comprobado. Puedes irte. Tengo que prepararme para irme a cenar con mi familia.-esta vez no soy capaz de mirarle directamente cuando contesto, pues tengo miedo de echarme a llorar.

Doy un paso atrás, dispuesta a cerrar la puerta, pero me coge de la muñeca y tira de mí hacia fuera. Casi pierdo el equilibrio y caigo por las escaleras, por lo inesperado de la situación, pero él me coge por la cintura, evitando así que caiga. Su proximidad me aturde y siento deseos de pasar mis manos alrededor de su cuerpo y abrazarle con fuerza. Pero me detengo a tiempo y me aparto.

-¿Por qué has hecho eso?- estoy cabreada y mis ojos vuelven a estar llorosos.

Pero él no contesta. Alarga el brazo más allá de donde estoy y cierra la puerta tras de mí. No entiendo por qué, pero no reacciono. Ni siquiera cuando me coge de la mano y tira de mí escaleras abajo. Ni siquiera cuando me percato de que lo que llevo de ropa es un pantalón corto de pijama y una sudadera azul.

Me lleva por varias calles, donde el ambiente navideño puede respirarse en cada mota de aire. Las luces colgando de farola a farola, con sus Felices Fiestas  adornando cada cruce. Escaparates de tiendas cerradas con sus guirnaldas y sus árboles vivamente decorados. Gente paseando con hermosas sonrisas que hacen mucho más armoniosas y felices estas fiestas.

Y seguimos caminando, casi corriendo. No sé a dónde me lleva, pero me asusta pensar en lo que pretende. Sé que Nico jamás me haría daño físicamente, pero no estoy tan segura de que no me lo hará psicológicamente.

Finalmente, llegamos a lo que parece nuestro destino: la casa de sus tíos.

- ¿Qué hacemos aquí?- frunzo el ceño. No puedo creer que pretenda humillarme delante de su familia por haberle dejado.

Pero no contesta. Saca una llave del bolsillo de su vaquero y la introduce en la cerradura, mientras yo espero detrás suyo con las manos cruzadas en el pecho y las piernas juntas por el frío que estoy pasando al no llevar un pantalón más abrigado. La puerta se abre y Nico me vuelve a coger de la mano, tirando de mí hacia el interior de la casa. Pero nada me prepara para lo que encuentro dentro.

El salón está hermosamente decorado con todo tipo de luces de navidad y adornos de ángeles y estrellas plateadas y azules. El sofá está cubierto de pétalos de jazmín, mi flor favorita,  y hay una bolsa de nubes de algodón sobre la mesita.

Nico se acerca a la minicadena de su tía y la pone en marcha, dejando que suene una canción que sabe que adoro demasiado: All I want for Christmas is you cantada por My Chemical Romance. Baja el volumen, para dejar que su voz se escuche por encima de la música sin tener que alzarla y, por primera vez desde que salimos de mi casa, me mira a los ojos.

-Sé que es tarde. Sé que tomaste tu decisión y, aunque no lo creas, sé perfectamente por qué lo hiciste.- hace una pausa y traga saliva.- No supe ser lo que mereces ni lo que necesitas. Me comporté como un capullo, creyendo que daba igual lo que hiciese, que estarías a mi lado a pesar de no darte lo que debería haberte dado. No te cuidé.- aparta la mirada para observar el salón y suelta un suspiro.- Pero es nochebuena y se supone que en nochebuena los deseos se cumplen, que es una noche para decir la verdad... He hecho todo esto para ti, porque te amo, porque me he dado cuenta de que ni en un millón de años encontraría nadie que pudiese alcanzarte. Porque soy completamente adicto a ti y no es lo mismo cuando no estás junto a mí...-me vuelve a mirar.- Todo lo que quiero por navidad eres tú.

Las rodillas me tiemblan y finas lágrimas recorren mis mejillas con una dulce caricia, mientras le miro ahí, parado delante de mí, haciendo todo esto. Las palabras se ahogan en mi garganta y no soy capaz de reaccionar. Al ver que no respondo ni hago nada, Nico frunce los labios y asiente levemente con la cabeza.

-Entiendo... puedo acompañarte a casa si...- pero le interrumpo a la mitad de la frase.

He acortado el espacio que nos separaba en medio segundo, agarrándole de la sudadera para acercarlo a mí y callando a su boca con la mía. Mis labios acarician los suyos mientras su lengua juega con la mía y sus manos me acarician el cuello, atrayéndome hacia él.

Y entonces me doy cuenta de que no pertenezco a otro lugar más que a sus brazos.
Para siempre.